martes, 30 de enero de 2018

La historia de “José Luis”, un soldado republicano en el Castillo de Argallén

En 2015 un equipo de arqueólogos de los pueblos de Higuera de La Serena, Campillo de Llerena y Valle de La Serena realizaba de manera altruista la primera excavación arqueológica en un lugar mítico como el Castillo de Argallén. Enclave de singular importancia a lo largo de la Historia y a su vez fuente inagotable de leyendas para los vecinos de los pueblos aledaños. El impulso y el apoyo inicial de esta empresa lo dio el Ayuntamiento de Campillo de Llerena, liderado por su  Agente de Desarrollo Local, Francisco Martín Portalo.

Los trabajos de excavación se desarrollaron desde el mes de febrero hasta agosto, solo podían trabajar los fines de semana, y los resultados fueron espectaculares. Se detectó la presencia de una dilatada secuencia cultural, que iría desde el mundo prerromano hasta la más palpable presencia del mundo andalusí, con una ocupación intensa entre las Primeras Taifas y el mundo almohade. Sí se ratificó la importancia del “Algalet” andalusí en la Extremadura musulmana tratándose de un hisn comparable a los cercanos de Magacela, Hornachos o Benquerencia. Precisamente los restos ciclópeos de sus fortificaciones fueron reaprovechadas en época contemporánea para acoger las trincheras de la Guerra Civil. Y en esa fase de parapetos y trincheras, sobre los viejos paramentos andalusís, fueron encontrados unos restos humanos.

 Lugar donde se localizó a "José Luis".
                                                
A partir del descubrimiento los arqueólogos se ponen en contacto con nuestra Asociación que rápidamente propone la exhumación y estudio de los huesos hallados llamando a María Fortuna, joven antropóloga forense de Quintana de La Serena. Como le pasó al equipo del CSIC dirigido por Alfredo González Ruibal -el nombre que le da el arqueólogo Xurxo Ayán es “Charlie”- los participantes en el levantamiento del soldado humanizan sus restos dándoles un nombre: “José Luis”. El análisis que realizó María Fortuna en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid arrojó que “José Luis” tendría unos 25-30 años cuando murió y se le localizó algún traumatismo por arma de fuego.

Nicho donde fue depositado "José Luis".
                                                      
Seguramente “José Luis” fuera un soldado republicano que murió en el pozo de tirador donde se encontraba la posición republicana. La fecha de su muerte la ubicamos en los primeros días de febrero de 1938. En esos momentos la ofensiva franquista acabó con un enclave que venía hostigando desde su altura a sus posiciones de la Sierra de Argallén y “Casa de los Americanos”. Moriría casi amaneciendo, los moros que luchaban para Franco casi siempre atacaban de noche. Moros que sin saberlo estaban reconquistando un enclave que les perteneció mil quinientos años atrás.
“José Luis” está en un nicho que cedió el Ayuntamiento de Campillo de Llerena. La pequeña historia de su hallazgo casual muestra el destino de los perdedores de la Guerra, y de las guerras. Y también subrayar que es la primera exhumación que se realiza en Extremadura de un soldado en las trincheras de lo que fue el “Frente Extremeño”.


Podéis leer los resultados completos de la excavación arqueológica y de la exhumación de “José Luis” en el artículo que nos ha publicado la Revista MUNIBE, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en el siguiente enlace: http://www.aranzadi.eus/2017-volumen-68?lang=en

martes, 9 de enero de 2018

La Guerra y las latas del Matadero de Mérida


Durante los trabajos de prospección arqueológica que viene realizando el equipo técnico de nuestra Asociación se suelen hallar objetos en superficie. Normalmente los hallazgos se sitúan en lo que fueron las zonas de vivacs que estratégicamente estaban a resguardo de las líneas de trinchera. Recientemente podemos destacar el hallazgo de latas de conservas donde se leía con nitidez el siguiente grabado: “Matadero Provincial. Mérida”. Este tipo de lata se ha documentado en varias posiciones dentro de la amplia zona del Frente que se instaló entre los términos de Campillo de Llerena y Peraleda del Zaucejo.

                                            Lata oxidada con el nombre del Matadero de Mérida.


La localización de estas latas en estos lugares delataría la presencia de las tropas rebeldes. Incluso podría asegurarse que su dispersión a lo largo de las líneas del Frente estaría vinculada a dos fases de la Guerra. Un primer momento tras la conquista de las posiciones defendidas a finales de junio de 1938 por el Ejército Republicano, cuando los franquistas ocuparon Peraleda del Zaucejo. Y la otra posible fase sería casi al final de la Guerra, debido a la movilización de las tropas franquistas por toda la zona señalada con motivo de la gran y estéril ofensiva republicana de enero de 1939.

                                   Zona del Frente donde se localizaron las latas en varios puntos.


Según una reciente investigación del historiador emeritense Juan Carlos López Díaz[1] el Matadero Provincial de Mérida fue una apuesta política durante la Dictadura de Primo de Rivera por la manufacturación de los productos cárnicos de la región, principalmente el cerdo. La inversión fue importante y los resultados iniciales fueron desastrosos incluyendo la paralización de la actividad en dos ocasiones. El cambio de rumbo se iniciaría con el arrendamiento que el empresario gallego José Fernández López realizó en 1935.

     Matadero Provincial de Mérida, años 30.
Fuente: Diputación de Badajoz. 

El Golpe de Estado contra el Gobierno de la República y la caída de Mérida en poder de los rebeldes en agosto de 1936 marcaron definitivamente la vida productiva del Matadero. El jefe del ejército del sur, Queipo de Llano, a través del gobernador civil de la provincia ordenó al empresario lucense, Fernández López, poner su industria al servicio de su ejército. Debía de fabricar grandes cantidades de rancho de cocido extremeño y carne de cerdo en latas de medio kilo. Parece ser que un importante corredor de ganados de Zafra, Julián García Hernández,  recibió el encargo por parte del mismo Fernández López de la compra de cerdos y garbanzos junto a la contratación de un “buen equipo de matarifes con un buen capataz”. Además del Matadero de Mérida el empresario lucense tenía otro en Galicia, en Porriño, también con capacidad frigorífica aunque dedicado al vacuno. Con ambos mataderos la capacidad de abastecimiento al ejército rebelde estaba asegurada al igual que unos elevados beneficios. En el mismo trabajo, López Díaz, apunta un posible abastecimiento a la Wehrmacht.
El negocio propiciado por la guerra junto con el buen hacer del empresario Fernández López, como alaba y pondera el historiador López Díaz, ayudarían a su diversificación empresarial en distintos sectores, dentro y fuera de Extremadura.
El Matadero Provincial de Mérida fue la industria más importante de Extremadura durante el primer Franquismo y cimentó la diversificación del empresario José Fernández López con empresas como Corchera Extremeña, Zeltia S.A., Pescanova, Kiwi S.A., entre otras[2].
Estas latas oxidadas vuelven a demostrarnos que las guerras han sido siempre un gran negocio para unos pocos.



[1] López Diaz, Juan Carlos. “José Fernández López, industrial y mecenas de Mérida. Treinta años de su muerte”. Revista de Estudios Extremeños, Tomo LXXII, Nº III, Año 2016. Centro de Estudios Extremeños, Diputación de Badajoz. (pp. 2.049-2.079).
[2] Para conocer la evolución del Matadero Provincial de Mérida es muy recomendable visitar la siguiente página de la UNED de Mérida: https://senior.unedmerida.com/