sábado, 24 de diciembre de 2016

“San Nicolás”: una mina en la Guerra y para las guerras.


La Humanidad ha convertido al mineral llamado wolframio en un descubrimiento científico y también en una pieza estratégica en las guerras mundiales del siglo XX. Precisamente uno de los principales yacimientos de wolframio de la Península Ibérica se sitúa en el término de Valle de La Serena[1]. Este hecho provocó que el pueblo participara a través de su riqueza mineral en las dos Guerras Mundiales más devastadoras hasta el momento. 

La primera compañía que inició los trabajos de explotación era de capital francés y fue puesta en marcha por el descubridor del yacimiento: José Cazalet Lamarque. Ya durante la Primera Guerra Mundial el mineral que extraía la empresa francesa que llevaba el mismo nombre de la mina, “Tres Amigos”, iba a parar a Francia. En aquellos años la mina de Valle de La Serena alcanzó las cifras más altas de extracción de mineral de su Historia. Además contó con el mayor número de mineros trabajando en sus distintos filones.

Ya en la Segunda Guerra Mundial el wolframio volvió a tener gran relevancia estratégica. Esta circunstancia motivó que los alemanes, con la estrecha colaboración de las autoridades franquistas, se hicieran con el control de la mina. Pero antes de este traspaso la mina había sido arrebatada a la empresa francesa “Tres Amigos” y entregada a Gonzalo García de Blanes y Pacheco quién formalizaría el arrendamiento del coto minero a la empresa alemana “Montes de Galicia” además de cambiarle el nombre y ponerle “San Nicolás”.  Esta empresa estaba incrustada en un entramado empresarial llamado SOFINDUS y creado por el general de las SS Johannes Bernhardt. Así los franquistas continuaban pagando la deuda contraída con los nazis por su crucial apoyo, en hombres y armas, desde los primeros momentos del golpe militar hasta el final de la Guerra.

Los nazis J. Bernhardt (primero por la izquierda)
y H. Himmler (en el centro)  con Franco (primero por la derecha).


      Y entre medio de esas dos grandes guerras se encuentra la Guerra Civil Española. En ese momento las minas de wolframio de “Tres Amigos” conocieron la guerra en sus propias instalaciones. De hecho el Frente de guerra iba en la propia ladera Oeste del Cerro Martín Pérez. Fueron los republicanos los que se parapetaron entre los trabajos mineros y realizaron algunas trincheras. Previamente, y como ordenó el Gobernador Civil de la Provincia, el Comité de Defensa de Valle de La Serena había incautado las instalaciones a la aludida compañía francesa “Tres Amigos”. Seguidamente las autoridades republicanas destinarían trabajadores cualificados al mantenimiento de las minas. Así lo demuestra el documento que extractamos y presentamos donde viene una relación de operarios con su oficio y procedencia[1]. Los que trabajaban no eran encuadrados en el ejército. Se ganarían el jornal en una mina que servía a las guerras y a su vez estaba inmersa en otra guerra. Por tanto los trabajadores tenían dos opciones para ganarse el jornal: tomar el pico o el fusil.







[1] España. Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca). Político-Social Extremadura, 37, documento del Juzgado Municipal de Valle de La Serena. 




[1] Minaya Caballero, Juan José (Editor). Historia y Patrimonio Minero en Valle de La Serena. La singularidad de las Minas de San Nicolás. ADEPA Valle S., 2014.

martes, 8 de noviembre de 2016

El paisaje cultural de una guerra.


El dominio del territorio ha formado parte de la lucha por la supervivencia de los grupos humanos a lo largo del tiempo. El resultado de cómo se han explotado los recursos naturales de un espacio geográfico durante siglos por las sucesivas organizaciones humanas ha conformado nuestro paisaje. La evidencia de esta perspectiva diacrónica son los cuatro biotopos que se suceden en la actualidad en la demarcación histórica de La Serena: Zonas de Sierra, Humedal, Dehesa y Semi-estepa. Y sobre ellos se localizan los núcleos urbanos, el trazado de las vías de comunicación, los modelos de explotación agropecuario…


El fracaso del golpe militar contra la democracia Republicana fue escenificándose en determinados lugares del espacio geográfico extremeño. La opción de los insurgentes de llegar a Madrid por Extremadura empezó a configurar el escenario general de lo que fue la guerra en nuestra región. Y si nos acercamos a un plano más local y tomamos el caso de la localidad de Valle de La Serena, su ubicación en el espacio comarcal de La Serena y su entorno natural formaron parte del importante escenario bélico en el que se convirtió. De hecho el frente de guerra se fijará en su término municipal a lo largo de un eje Sureste-Noroeste que coincide con el valle del río Guadámez. Éste a su vez se encaja entre líneas de sierras que sirvieron de asiento para el establecimiento de las fortificaciones. La disposición natural de dichas líneas de sierra siguiendo ese eje hizo que el paisaje fuera estructurándose con arreglo a esa disposición natural, definiendo así las zonas de vanguardia y de retaguardia, entre las primeras líneas de combate (establecidas entre una línea de sierra y otra situada enfrente) y la tierra de nadie (normalmente situada en las vaguadas y zonas bajas entre una sierra y otra). El control de las vías de comunicación fue esencial. Carreteras como la de Puebla de la Reina a Valle de La Serena, o más al sur la de Campillo de Llerena a Higuera de La Serena, rápidamente fueron fortificadas por las fuerzas republicanas. La llamada “guerra de columnas”, que tanto éxito tuvo para el avance de los nazis en la guerra europea, ya fue puesta en práctica en España principalmente por los rebeldes.


 

 
Por ello, la ocupación de las zonas elevadas, llamadas “cotas” en la terminología militar, se vuelve esencial en tiempos de guerra, y la manera en que se llevó a cabo la elección de los mejores emplazamientos y la fortificación de los mismos era algo que se ejecutó con la mayor de las precisiones durante la guerra. De hecho, el ahorro de tiempo y material eran vitales, por lo que las “cotas” idóneas eran las que permitían un mejor control de los caminos y carreteras, optimizando la cobertura de éstos y el ahorro de hombres, tiempo y material, pero también se primaba en la elección de las cotas a ocupar las que contasen con farallones rocosos que sirvieran como parapetos naturales, lo que ahorraba tiempo y energía. Basta un simple paseo por la Sierra de Guadámez o por las lomas que rodean Valle de La Serena por el Oeste para entender la cuidada y acertada elección de las posiciones republicanas que defendieron este flanco del frente de guerra hasta finales de julio de 1938. 
 
Con todo, resulta lógico que la presencia del río Guadámez y de las citadas vías de comunicación redunden en un espectacular entramado de fortificaciones y trincheras, fruto de esa necesidad de controlar los accesos en una guerra que se hace en buena medida por carreteras y caminos con esas columnas motorizadas. Se crea así un auténtico paisaje de guerra, o, para ser más exactos, se “actualiza”. Este hecho no es nuevo en nuestra comarca, pues este mismo río junto con el Ortigas y el Zújar desde la Prehistoria, tuvieron un importante papel en la articulación del territorio, controlando los accesos a la comarca que se abren desde estos tres valles. Y debido a ello, en numerosos casos las fortificaciones de la Guerra Civil comparten aquí espacio con otras más antiguas, desde época calcolítica a época medieval. En definitiva estamos ante lugares e intereses comunes a las necesidades de la guerra a lo largo del tiempo, intereses que tienen su plasmación más evidente en la fortificación del paisaje y la reocupación de aquellos lugares más idóneos para llevarla a cabo.

domingo, 23 de octubre de 2016

Fortificar para la República: de albañiles a soldados



En el paraje de “Cañada Honda”, en Valle de La Serena (Badajoz), se localiza un buen ejemplo de fortificación militar. Se trata de un nido blindado, diseñado para alojar una ametralladora y a sus servidores, no más de tres personas, al que se accedía por detrás, siguiendo un sistema de trincheras excavadas en zig-zag para impedir quedar descubierto ante el enemigo. Esta posición está relacionada con otros cinco nidos blindados, un conjunto fortificado por el Ejército Republicano y estrechamente ligado al control del puente sobre el Guadámez y de la carretera que unía Valle con Palomas y que quedó cortada por el Frente. 
                                Nido blindado protegiendo el acceso al puente sobre el Guadámez.





El nido está ejecutado con hormigón armado y encofrado, aunque en este caso en su construcción también se utilizaron materiales locales, como el ladrillo macizo, cuyas medidas y arcilla coinciden con las de los ladrillos utilizados en muchas casas del cercano pueblo de Valle, y es que se trata de ladrillos fabricados aquí, a lo que hay que añadir que tradicionalmente cada pueblo tenía sus medidas y sus barreros para fabricar sus tejas y ladrillos, y por ello no resulta difícil comprobar el origen de estos elementos. Además, se ha observado en este y en otros fortines del municipio que el encofrado normalmente tiene una parte interna de piedra también local muy bien careada, que posteriormente quedaría oculta tras el hormigón, e incluso a veces el encofrado arranca de un zócalo previo de piedra colocada a “caravista”.
 
Detalle decorativo del interior del nido blindado.

Basta un simple vistazo a estos fortines y comparar cómo se disponen y aparejan las piedras de sus paramentos con muchas paredes de edificios civiles repartidos por el entorno, como antiguas casas de campo y encerraderos, o las propias casas del pueblo, para adivinar detrás de ellos la mano de albañiles y maestros locales, movilizados por las autoridades republicanas para la fortificación militar. Resulta igualmente llamativo el rejuntado que se ha podido identificar en el cercano nido blindado de “El Rondaero”, también en Valle, una decoración habitual en construcciones civiles y religiosas a lo largo del tiempo, consistente en tapar con un encintado de mortero la línea de unión entre las piedras de la cara de un muro, y además decorando esa junta con una incisión lineal, que quiere evocar y redondear la línea de las piedras que ha quedado tapada, una decoración innecesaria y por supuesto extraña en una edificación tan “funcional” como un nido de ametralladora. Incluso en un sitio así es posible adivinar rasgos de humanidad e imaginarnos al maestro enseñando al aprendiz cómo hacer este tipo de decoración, aunque el sitio no fuera el habitual.
 
Grafiti sobre uno de los muros del nido blindado.
     También en el nido de “Cañada Honda” podemos observar un grafiti realizado con un objeto punzante (la punta de un simple palo, por ejemplo) sobre el mortero aún fresco y con un innegable gusto y esfuerzo estéticos en el trazo de letras y números, cuyo ejecutor incluso se permitió realizar bucles y adornos en ellos. En el grafiti puede leerse “AÑO 1937”, legándonos así un testimonio impagable del momento en el que se construyó el fortín. Este simple hecho, el de firmar o escribir algo, unas iniciales, un lema, una consigna o una fecha, es algo inherente al ser humano desde tiempos inmemoriales, necesitado siempre de “dejar constancia” de su presencia en el territorio, y máxime en momentos tan trascendentales.
Calco del grafiti.


martes, 11 de octubre de 2016

VALLE DE LA SERENA. HUELLAS DE UN BOMBARDEO INCIVIL

        
      Mientras estábamos haciendo fotos a una ventana de la calle Sola, en Valle de La Serena, se nos acercó un vecino de avanzada edad. Nos preguntó que qué estábamos haciendo con la fachada de su vecino. Entonces empezamos a explicarle que hacíamos fotos a la ventana ya que conservaba huellas de metralla.


           Y gracias a la búsqueda de la evidencia arqueológica  de la Guerra en el ámbito urbano la memoria del vecino nos llevó al tiempo en el que se produjeron los impactos que podemos observar en las fotos. El vecino era pequeño por aquellos años, apuntando a la pubertad, pero recuerda perfectamente cómo sucedieron los hechos. Cómo en la calle Sola fueron a parar buena parte de las bombas que la aviación “fascista” tiró en aquellos días de la Guerra contra Valle de La Serena. Señala las casas que fueron afectadas, como la que aparece en la fotografía que fue destruida por completo, y como la suya que perdió toda su techumbre. Al parecer el bombardeo tenía como objetivo la voladura de un polvorín que los republicanos, según creencia popular, tenían instaladas en las escuelas públicas, en la misma acera de casas, y que actualmente es el Hogar del Pensionista. Por ello dice que menos mal que no acertaron con el polvorín ya que si así hubiera sido habría volado por los aires toda la calle y con ella todos sus vecinos. Pero si murió gente. Ese día fueron heridas varias personas y murieron tres mujeres.


            Los impactos, tres, son marcas producidas por fragmentos de hierro resultantes del estallido de una bomba de aviación, metralla y esquirlas que cortaron los barrotes como si fuesen de mantequilla. Nuestros pueblos conservan aún muchos vestigios de este tipo como impactos de bala ocultos tras la cal y que reaparecen cuando les da el sol, dinteles dañados por la metralla de las bombas, rejas y barrotes torcidos, etc. Todos ellos son restos que podemos considerar arqueológicos, ya que nos ayudan a reconstruir los escenarios de una guerra pasada. Se trata de elementos que están insertos dentro de un discurso histórico que nos muestra cómo la guerra llega a un pueblo, en definitiva,  “forman parte de los paisajes de guerra”. Y a esa evidencia física, que a buen seguro permanecerá en el tiempo, se une aún la memoria perecedera de los que vivieron ese primer bombardeo aéreo en la larga Historia de Valle de La Serena. Vivencias que nos trasladan los efectos que tuvieron las modernas estrategias de violencia y  miedo contra la población civil. Una memoria que se va desvaneciendo, que por ley natural se apaga, pero que  aún nos conmueve al comprobar por su testimonio que aquello que vemos día a día en las noticias también lo sufrieron nuestros abuelos.

jueves, 22 de septiembre de 2016



 Iniciando la prospección arqueológica del 
"Frente Extremeño".

El proyecto de catalogación del Patrimonio relacionado con la Guerra Civil y la posguerra en la provincia de Badajoz, financiado por la Diputación de Badajoz, ya está abordando su segunda fase. Desde hace casi dos semanas el equipo de la Asociación "Frente Extremeño" inició la prospección arqueológica en La Serena.  La dirección de la prospección la realiza el arqueólogo Diego Sanabria Murillo y colabora en los trabajos el historiador Antonio D. López Rodríguez. La metodología que se está desarrollando se basa en la arqueología espacial analizando los restos materiales del Frente de Guerra, vanguardia y retaguardia, a distintas escalas interpretativas (micro-meso-macro), desde la simple trinchera o nido de ametralladora y su relación inmediata con un sistema defensivo concreto, hasta el análisis de las operaciones militares a gran escala y las huellas que de esos acontecimientos bélicos aún se conservan en el territorio.  Con todo ello uno de los planteamientos iniciales del estudio aborda,  desde las disciplinas histórica y arqueológica, los vestigios relacionados con la Guerra Civil como un componente más dentro de la conformación de nuestro paisaje cultural, resultando así los paisajes bélicos o de guerra. 

La primera comarca que se está prospectando es La Serena. Sus 19 pueblos fueron el núcleo central de la resistencia republicana al avance de los rebeldes franquistas. El primer término que se ha visitado es el de Valle de La Serena. Su situación estratégica entre pueblos de la Campiña Sur, que rápidamente cayó en poder de los rebeldes, como Retamal y Campillo que fueron ocupadas por falangistas el 1 de octubre de 1936, y la zona de las Vegas Altas que permaneció en poder gubernamental, le dieron a Valle de La Serena desde los primeros momentos un lugar relevante. 

Perspectiva desde Sierra "Enmedio" de la "zona de nadie" del Frente.


Las escaramuzas en el otoño de 1936 se sucedieron sobre la población de Valle de La Serena. Hubo avances franquistas por la zona del Cortijo de Tamburrero y rápida respuesta de las fuerzas republicanas. A principios de 1937 las autoridades militares republicanas ordenaban la fortificación de sus posiciones a lo largo del valle del Guadámez y del amplio macizo de sierras situadas pasadas dicho río y que van en paralelo extendiéndose en dirección NW- SE. Por estas Sierras de "Martín Pérez", de "Guadámez", de "Enmedio" y Gitana se localizarán para su protección los vestigios que sobre la Guerra aún se conserven.

miércoles, 31 de agosto de 2016




La Diputación de Badajoz financia la realización del primer Catálogo de Patrimonio de la Guerra Civil y la Postguerra en la Provincia de Badajoz


En la primera semana de septiembre se iniciarán los trabajos de prospección en campo por parte de la Asociación para el Estudio y Recuperación del Patrimonio bélico reciente "Frente Extremeño". Las tareas de campo basadas en la metodología  propia de la Arqueología Espacial y del Territorio están enmarcadas dentro del Proyecto de "Catalogación de Patrimonio de la Guerra Civil y Postguerra en la Provincia de Badajoz" que está financiado por la Excelentísima Diputación de Badajoz tras la resolución de la convocatoria pública de subvenciones que el pasado 4 de marzo publicó el Área de Cultura y Ciudadanía de la Diputación de Badajoz para Asociaciones culturales sin ánimo de lucro de la Provincia. 

Es un Proyecto de largo recorrido que en esta primera fase se centrará en la Comarca de La Serena, incluyendo la población de Villanueva de La Serena. En fases sucesivas se prospectarán las Comarcas de La Siberia- Los Montes, Vegas-Altas y Campiña Sur. También se tendrán en cuenta otros enclaves de la Provincia que aunque alejados de los Frentes tuvieron protagonismo en alguna de las distintas fases de la Guerra y la Postguerra.

A través de este Proyecto se pretende recuperar, proteger y divulgar el Patrimonio de la Guerra Civil e inmediata postguerra presente en la Provincia de Badajoz. Un Patrimonio olvidado y no contemplado para su protección dentro de la actual Ley de Patrimonio Regional 2/1999. La actuación se sustenta en tres ejes fundamentales: patrimonial, educativo y de turismo cultural. Como ya se está implementando en otros territorios del Estado Español y de la Comunidad Europea, el Patrimonio relacionado con las guerras contemporáneas puede cumplir un papel importante en distintos ámbitos como el cultural, el socio-educativo e incluso en el plano económico como un recurso más dentro de la oferta de turismo cultural regional.

Además dentro del trabajo de campo descrito también se recogerán testimonios orales de las personas que vivieron en primera persona la Guerra y sus consecuencias. En este sentido, y a través del diálogo y colaboración con las Asociaciones de Memoria de la Región junto con expertos en la materia, también se quiere abordar los llamados "lugares de memoria" relacionados con la represión en las retaguardias y los generados por la Dictadura Franquista durante la postguerra.